Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre cómo vestirse para ir a una entrevista de trabajo. En el caso de los hombres, la respuesta suele ser unánime: traje y corbata. Como en todo, sin embargo, hay excepciones. En ocasiones lo mejor que puedes hacer es dejar el traje en casa y apostar por un look más relajado.
Todo depende, en primer lugar, del tipo de trabajo al que se opte y la actividad de la empresa. La publicidad y las películas han contribuido a estandarizar el traje y la corbata como dresscode para los procesos de selección. Pero la realidad es muy distinta.
A diferencia de los despachos de abogados, las compañías de seguros, los bancos o las consultoras de negocios, hay muchas empresas donde se prefiere huir de la rigidez y la seriedad del traje. Cuando la creatividad y la innovación tienen un peso especial, como ocurre en el mercado del diseño, la comunicación o las nuevas tecnologías, lo normal es vestir un poco más casual. De esta manera se consigue proyectar una imagen fresca, desenfada y cercana del negocio. Pero tampoco hay que pasarse de cool. Presentarse ante un responsable de recursos humanos en bermudas y chanclas nunca es una opción. Da igual que la entrevista sea para cubrir una vacante de probador de toboganes en un parque acuático o en la calle haga un calor que se derriten hasta los semáforos y enfundarte un traje suponga llegar a la entrevista sudando a chorros. Seamos profesionales, que diría el Señor Lobo.
Un traje puede llegar a transmitir más confianza, seguridad en uno mismo, iniciativa y mejores aptitudes que el currículum de Leonardo da Vinci. Pero hay que saber llevarlo con estilo y naturalidad. Existen unas nociones básicas sobre el cuello y los puños de la camisa, el nudo, el color y el estampado de la corbata, los botones de la americana o el largo de los pantalones que no admiten discusión. No dominarlas puede conducir a que se lleven una imagen equivocada de ti mismo, arruinando tus posibilidades de éxito. Si vas a vender enciclopedias, vale. De lo contrario, apuesta por un look que te sea más familiar y con el que te sientas más cómodo.
La elección más apropiada en estos casos, la mejor manera de conjugar elegancia, frescura y confort, es un look smart casual. Aquí los chinos se imponen al pantalón de traje, demasiado serio, y los vaqueros, demasiado informales, como una pieza fundamental. Ofrecen una libertad total de movimientos y la posibilidad de introducir pequeños matices de estilo en función del color o si nos decantamos por unos pantalones con o sin pinzas. Nuestra sugerencia son unos Washed Chinos de Smitzy en versión slim – un pelín más ajustados que los regular, algo que siempre ayuda a estilizar la figura - en cualquiera de sus colores disponibles: verde kaki, azul marino, gris claro o beige. Combinados con una camisa Oxford blanca o azul, un blazer de lino, algodón o tweed (dependiendo del tiempo que haga) y el reloj, los zapatos, el cinturón y un jersey adecuados, los chinos se convierten, sin lugar a dudas, en los mejores aliados para afrontar una prueba de este tipo con las garantías y la actitud necesarias. Sigue nuestros consejos y pedirán que te incorpores según termine la entrevista.
¡Buena suerte! SMITZY