Las ventanas abiertas, los cuerpos quietos en la cama y la vida se ralentiza como si ella también fuera a romper a sudar.
El verano es territorio de todos, no hay nada más democrático que los sueños estivales de mar, siesta y ordenadores cerrados.
Vivimos para que llegue el verano y nos pongamos contentos. Solo el verano tiñe de melancolía el otoño, y hace frío al invierno. No es poesía, es física: veranos al sol que secan las tristezas.
Y, ahora, sólo una pega. Ay Candela, qué poca tela.
Qué cortos los shorts, que desmangadas las camisas, qué mínimas las faldas, qué holgadas las calzonas.
El calor de verano mata a las hadas de la imaginación, y hay tan poco que intuir y tanto que tapar, tanta piel a la vista y tan poco pudor, que de puro obvio todo casi pierde misterio bandido.
Las historias de verano son tan literarias porque no hay tamiz ni hay censura: solo carne, sofoco y gazpacho. El buen costumbrismo bebe vino con casera, que en verano da menos corte, está casi bien visto, y no hay fantasía terrenal más golosa ni florete narrativo más preciso que una estampa de personas desvestidas.
En Smitzy, que amamos los chinos (buenos) por encima de todas las cosas- primer mandamiento- deberíamos odiar el verano y su desnudez impuesta. Pero no.
Nos flipa el verano, con nuestro algodón 100% fresquito y natural. Smitzy nos sabe a hierba, como decía Serrat, con nuestros colores mediterráneos Ibiza Stone, Formentera Blues y Mallorca Sunset. Pura evocación pitiusa.
Y no todo va a ser romero y tramontana: no te pierdas el Sahara, Serengeti y Amazon. Espíritu explorador, pero porte impecable. Ya se sabe que el summer loving happens so fast...
Nos encanta ver como el corte slim queda (aún) mejor con el moreno subido y las copas tardías. Alarmas modo off.
Tus Smitzy son también para el verano.
Como las bicicletas.
Como todas las cosas buenas.